Decía Ibn
Said al-Magribí, en el siglo XIII:
"No hay mayor alcahuete que el viento, Podría parecer que el poeta andalusí se refería al trabajo de Tony Carbonell cuando hablaba de viento alcahuete, pues es verdad que el aire mecido de sus abanicos es portador de un mensaje, un mensaje cargado de sensualidad y belleza. Estos aires de Al-Ándalus nos refrescan con el recuerdo de un momento brillante de nuestro pasado, una época enriquecida con el intercambio de ideas, con la mezcla de sensibilidades, un tiempo feliz para el pensamiento y el arte. Quién sino un cubano como él, heredero de una cultura marcada por el mestizaje, por el sincretismo, podría hablarnos de aquella otra cultura abierta a todas las influencias, espacio de tolerancia y de convivencia. Inspirado en la riqueza artística de aquella época, en
los alambicados diseños geométricos, en el sinuoso trazo
de la grafía árabe, Carbonell recrea un tiempo ya mítico
y nos abre una ventana por la que mirar, esta vez, hacia una parte de
nosotros mismos. |